Antonio Arango Loboguerrero
Liga MarÃtima de Colombia
Ponencia presentada en el marco de la XXXIIª Asamblea General Ordinaria de la Federación Internacional de Ligas y Asociaciones MarÃtimas y Navales - FIDALMAR realizada en Buenos Aires, Argentina entre el 15 y el 19 de Octubre de 2018.
Ante los hombres de mar, ante los marinos argentinos y, ante el pueblo argentino, presentamos en nombre nuestro y en nombre del pueblo de Colombia, la solidaridad por los lamentables acontecimientos a raÃz de la desaparición del submarino AR San Juan, a finales del año pasado.
Los momentos sufridos por los argentinos fueron nuestros sufrimientos.
Paz en la tumba que los acoge en el mar ancho y profundo, que es el mismo mar que nos une y que nos tiene aquà presentes, en la hermandad del silencio.
En los 196 años de uno de los sucesos más importantes de la independencia, traemos un relato, que es una incógnita, una sombra o lo que nunca se sabrá. Los dos libertadores, San MartÃn y BolÃvar se encontraron en Guayaquil, en julio de 1822, reunión que es un misterio de los dos hombres más grandes de la América hispánica.
¿Qué hablaron? ¿Qué proyectaron? ¿Hubo egos entre estos dos generales? ¿Cuál era su visión sobre el futuro de América? ¿Qué proyectos hicieron fruto? ¿Hasta dónde influyó la masonerÃa? ¿Por qué la salida imprevista del Protector San MartÃn? ¿Por qué fue una reunión a puertas cerradas?
Cuando uno piensa en los lazos tradicionales que unen a Colombia y Argentina, sabe que se trata de dos paÃses situados en los extremos de América del Sur, a cinco mil kilómetros de distancia, con geografÃas que contrastan: desde el Caribe y el trópico, la cordillera de Los Andes, es un lazo que va hasta el vasto territorio argentina, templado y glacial.
En cuanto a lazos humanos, el principal vÃnculo humano parece obvio, el gran Carlos Gardel, que nos hizo hermanos en la vida y en la muerte. Pero los lazos son muchos más y me extenderÃa mucho tratando de mencionar a os viajeros, músicos, teatreros, cocineros, actores, cineastas o libreros argentinos y argentinas que han dejado huellas imborrables en Colombia. El balance más inmediato nos presenta unos resultados intangibles pero gigantescos: Argentina nos ha marcado el campo de la cultura, incluyendo al fútbol.
Si retrocedemos en el tiempo, vamos a encontrar un hecho que marcó el destino de las dos naciones y definió buena parte d la historia de América: la entrevista que sostuvieron en el puerto de Guayaquil, el Libertador Simón BolÃvar y el Protector del Perú, General José de San MartÃn. Para el historiador alemán Gerhard Masur esa entrevista “fue el momento solemne y prodigioso en que se unieron los movimientos del Norte y Surâ€.
Ese año de 1822, l revolución sudamericana estaba en su cenit y en Hispanoamérica sólo quedaba un Estado por ser liberado del todo, el virreinato del Perú. En Argentina, en 1816, el Congreso de Tucumán habÃa declarado la independencia de las Provincias Unidas de América del Sur y ese mismo año, el general José de San MartÃn organizó el Ejército de Los Andes, conformado por 4.000 hombres. Al año siguiente estaba cruzando la cordillera a la cabeza de una campaña militar que tendrÃa como resultado las independencias de Chile en 1818 y del Perú en 1822.
BolÃvar, por su lado, habÃa cumplido buena parte de la idea de estratégica que se habÃa propuesto en 1819: primero, invadir la Nueva granada, liberar después a Venezuela y extender el triunfo militar a Quito, Perú y el Alto Perú.
La liberación de Quito se habÃa conseguido con apoyo de t6ropas argentinas y chilenas. Entonces, BolÃvar pudo escribir a San MartÃn desde esa ciudad: “siento la mayor satisfacción al anunciar a Vuestra Excelencia que la guerra ha terminado y que su ejército está listo para marchar hacia dondequiera lo llamen sus hermanos, especialmente si el territorio de nuestro vecino del Surâ€.
En tierras de lo que hoy es Colombia, el 30 de agosto de 1821, se habÃan reunido delegados de Nueva Granada y Venezuela para ratificar la creación de Cundinamarca, Venezuela y Quito con capital en Bogotá. Como presidente fue aclamado Simón BolÃvar, que no declinó en su ambición de culminar la libertad del virreinato del Perú.
San MartÃn y BolÃvar estaban completando sus epopeyas encaminadas a liberar del yugo colonial español a la América del Sur. SabÃan que una obra tan ambiciosa necesitaba la cooperación militar mutua y que aún quedaba por definir el futuro del Perú. Mediante notas, acordaron encontrarse para discutir también la soberanÃa sobre la provincia de Guayas –que habÃa sido parte del virreinato del Perú- y la forma de gobierno más conveniente para los nacientes estados americanos.
San MartÃn, invocando el principio de no intervención, se inclinaba por un régimen monárquico de caracterÃsticas constitucionales, en la esperanza de conquistar para el Perú, el vital puerto de Guayaquil, sobre el océano PacÃfico. BolÃvar, por su parte, proponÃa la intervención de Colombia en Guayaquil, dentro de sus planes para establecer una gran república democrática en una América del Sur unificada.
El Libertador estaba convencido de que el puerto formaba parte histórica de la Gobernación de Quito y, por lo tanto, debÃa pertenecer a la Gran Colombia, pero esta nueva república no podÃa decidir por sà misma sobre la independencia o la anexión de Guayaquil al Perú. Estaba decidido a incorporarlo de hecho a Colombia, mientras que San MartÃn apoyaba a la junta guayaquileña que deseaba anexarse al Perú y buscaba someter la decisión a una consulta electoral.
El 13 de julio de 1822, le anunciaba a BolÃvar desde el Perú: “Antes del 18 de julio, saldré de El Callao y, tan pronto como desembarque en Guayaquil, marcharé a saludar a Vuestra Excelencia en Quitoâ€.
BolÃvar, que llevaba más de tres semanas en Quito, le respondió aceptando la entrevista que proponÃa el general argentino y le planteaba su posición sobre Guayaquil: “Vuestra Excelencia expresa el sentimiento que ha tenido al ver la intimación que hice a la provincia de Guayaquil para que entrase en su deber. Yo no pienso, como V.E., que el voto de una provincia debe ser consultado para decidir sobre la soberanÃa nacional, porque no son las partes, sino el todo del pueblo, el que delibera en las asambleas generales reunidas libre y legalmente. La constitución de Colombia da a la provincia de Guayaquil una representación, la más perfecta, y todos los pueblos de Colombia, inclusive la cuna de la libertad que es Caracas, se han creÃdo suficientemente honrados en ejercer ampliamente el sagrado derecho de la liberaciónâ€.
Para bloquear las intenciones de San MartÃn, de ocupar Guayaquil, BolÃvar retuvo a las tropas argentinas frente a Quito y envió al puerto al ejército grancolombiano. Acompañado del general Antonio José de Sucre, salió de Quito el 2 de julio y, nueve dÃas después, entraba en Guayaquil, en medio de las aclamaciones de sus partidarios.
Encontró una ciudad donde reinaba el desorden, por las discrepancias de tres partidos. Gobernaba una junta partidaria de San MartÃn y de la anexión a Lima, que estaba segura de triunfar y habÃa convocado a elecciones para el 28 de julio. Otros ciudadanos buscaban la independencia plena y, un tercer partido deseaba integrarse a Colombia al lado de Quito.
Con el respaldo militar, BolÃvar asumió el mando absoluto de la provincia, sin afectar la libertad del pueblo, y de esta manera, concretó la anexión de Guayaquil a la Gran Colombia.
San MartÃn no tenÃa noticias de estas novedades. Zarpó de El Callao a bordo de la goleta militar chilena rumbo a Guayaquil y el dÃa 25 fondeaba en la isla Puná, en la desembocadura del Guayas. Los miembros del gobierno derrocado por BolÃvar y algunos simpatizantes de la frustrada anexión a Lima se habÃan refugiado en buques de la escuadra peruana que estaban surtos en el puerto. El presidente de la junta, el poeta José JoaquÃn Olmedo, informó a San MartÃn sobre las acciones unilaterales y definitivas de BolÃvar, que habÃan ocurrido casi dos semanas antes. San MartÃn le respondió: “Ustedes me han inducido a errorâ€.
Cuando BolÃvar supo que su admirado General San MartÃn estaba en Guayaquil, le insistió en realizar el encuentro y, en efecto, se prepararon a tener una conversación inmediata.
Al mediodÃa del 26 de julio de 1822, San MartÃn y su comitiva salieron del muelle con una pequeña escolta hasta la casa donde se alojaba BolÃvar, escogida para el encuentro. A la entrada recibió los honores de rigor de un batallón. BolÃvar esperaba al pie de la escalera. Después del abrazo, el único que se dieron en su vida los dos libertadores, hubo felicitaciones de las corporaciones y saludos de personajes y damas guayaquileñas. En seguida, ambos caudillos pasaron a un salón donde sostuvieron su primera entrevista que se prolongó por espacio de hora y media, a puertas cerradas y sin testigos.
Esa misma tarde, los caudillos tuvieron otro encuentro, también confidencial, peo más breve, porque sólo duró media hora. Al terminarlo, el Protector se retiró a su alojamiento donde, por la noche, recibió el saludo de numerosas personas.
El dÃa 27 serÃa el último de la permanencia de San MartÃn en Guayaquil. Al mediodÃa se trasladó a la casa del Libertador, donde conversaron a solas durante toda esa tarde. Al finalizarla, se trasladaron a un gran salón donde se daba un banquete. San MartÃn asistió más tarde al baile que ofrecÃa el Cabildo en su honor y, a la una de la mañana del 28 de julio, el Protector comunicó al Libertador que se retiraba porque no podÃa soportar el ruido. Abandonó el salón de manera sigilosa, fue a su buque y zarpó del puerto.
Sólo Simón BolÃvar y José de San MartÃn conocieron los verdaderos términos de los diálogos. La visita del general argentino a Guayaquil habÃa durado 40 horas. Al subir a bordo de la nave que lo llevarÃa a Lima, dijo a sus edecanes con desencanto: ¿â€No han visto ustedes cómo BolÃvar nos ha ganado de mano?â€
Llegó a la capital del Perú el 19 de agosto y, a su entrada, recibió la aclamación del pueblo.
Por el carácter secreto, los diálogos de BolÃvar y San MartÃn se han prestado a especulaciones que se prolongan hasta nuestros dÃas, pues es evidente que eran personalidades grandiosas y opuestas.
Se ha especulado que, en algún momento, el argentino ofreció su espada a BolÃvar y se declaró dispuesto a luchar bajo su mando: “Que usted sea quien tenga la gloria de terminar la guerraâ€, le dijo, pero el Libertador rechazó la oferta generosa. Se presume que fue entonces cuando San MartÃn decidió dejara BolÃvar el campo libre y renunciar a su condición de Protector del Perú para que el general venezolano concluyera la gesta emancipadora.
Nadie pone en duda el altruismo y la sinceridad de San MartÃn, pero tampoco se discute que las entrevistas de Guayaquil cambiaron el rumbo de la historia de América del Sur, ya que fue el encuentro de dos personalidades opuestas, pero con la misma pasión patriótica de alcanzar la independencia de América Latina.
Entre los historiadores persisten las corrientes “bolivarianas†y “sanmartinianas†que prolongan hasta nuestros dÃas la polémica acerca de lo que ambos libertadores trataron en la entrevista. Para el sobrio y reservado San MartÃn, lo conversado era un secreto que debÃa permanecer sellado para no hacer peligrar las operaciones militares contra los realistas. Durante años mantuvo la reserva sobre los diálogos.
En contraste, el fogoso BolÃvar, a los pocos dÃas del encuentro, estaba redactando informes en que consignaba su versión de lo tratado en Guayaquil, omitiendo el pedido de San MartÃn de unir ambos ejércitos para terminar la guerra con mayor brevedad. Informó lacónicamente a Sucre y a su gobierno en Bogotá: “El Protector me ha ofrecido su eterna amistad hacia Colombia; intervenir a favor del arreglo de lÃmites; no mezclarse en los negocios de Guayaquil; una federación completa y absoluta aunque no sea más que con Colombia, debiendo ser la residencia del congreso Guayaquil; ha convenido en mandar un diputado por el Perú a tratar, de mancomún con nosotros, los negocios de España con sus enviados … (También) desea que tengamos guarniciones cambiadas en uno y otro Estado. En fin, él desea que todo marche bajo el aspecto de la unión, porque conoce que no puede haber paz y tranquilidad sin ella. Dice que no quiere ser rey, pero que tampoco quiere la democracia y sà que venga un prÃncipe de Europa a reinar en el Perú. Esto último, yo creo es pro forma. Dice que se retirará a Mendoza porque está cansado de mandar y de sufrir a sus enemigosâ€.
Al llegar a Lima, se entera, en medio de aclamaciones que su gabinete ha sido derrocado y que el paÃs está sumido en el caos. Convoca entonces una asamblea, dimite para siempre, regresa a Buenos Aires y se embarca para Europa, negándose de plano a cualquier participación en polÃtica en el futuro. La entrevista de Guayaquil puso punto final a su carrera de gloria.
El general José de San MartÃn cerró el episodio de Guayaquil con este juicio sobre BolÃvar, escrito diez años después de muerto el Libertador: “En cuanto a los hechos militares de este general, ello le han granjeado con razón la fama de ser considerado el hombre más asombroso de la América del Sur: Lo que lo caracteriza por sobre todo, formando en cierto sentido un rasgo especial, es su constancia a prueba, que se fortalecÃa en las dificultades, sin dejarse abatir por ellas, por más grandes que fuesen los peligros a los cuales se hubiera arrojado su alma ardienteâ€.
Los verdaderos sentimientos de ambos libertadores sudamericanos eran de naturaleza casi opuesta: “El soldado taciturno y rÃgido y el visionario tropical jamás apreciaron el carácter real el uno del otro†comenta Masur.
De acuerdo con su plan estratégico, BolÃvar habÃa continuado la campaña militar que lo llevarÃa a culminar la independencia de América hispana con la liberación del Alto Perú y la creación de Bolivia, el último bastión del dominio español de América del Sur.
No quiero terminar sin resaltar un lazo fundamental que une a los colombianos y los argentinos. Se calcula que una tercera parte de los estudiantes que asisten a universidades argentinas son colombianos de todos los estratos sociales, que se benefician de una educación superior gratuita y de alto nivel académico. Los frutos de esta apertura generosa cobrarán toda su importancia dentro de algunos años. En nombre de todos, saludo la hospitalidad con que la República Argentina acoge a miles de nuestros compatriotas jóvenes con la misma hospitalidad que nos acogen ustedes.
Muchas gracias.
Fuentes principales:
Masur, Gerhard: Simón BolÃvar, Bogotá, Colcultura, 1980.
Ocampo, López, Javier: El proceso polÃtico, militar y social de la independencia, en: Manual de Historia de Colombia (T.II), Bogotá, 1984.
Diversas páginas de INTERNET.
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